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La Redención y Reconciliación de la Raza Humana

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Wednesday, April 4, 2007

Verdad: Cuando Poncio Reconocio Lo Que Perdio - Una Meditación de Semana Santa

por Manolete-je


(Originalmente publicado en www.soleado.org)

Era temprano, y el gobernador, pensativo, se hallaba andando por la terraza, gozando del cálido sol del día en su túnica de dormir. Sus pensamientos, agotados, ya no podían resolver el asunto. Estaba ya al borde de la desesperación. Ansiosamente anhelaba el regreso de Claudia. Sólo ella podía asistirle y darle alguna semejanza de paz. Su reconocida perspicacia y rapidez mental eran sólo el recuerdo de una lúcida carrera militar. Una profunda muchedumbre de dudas confusas le atormentaban la conciencia. Todavía padecía de insomnio y de horribles pesadillas. Ocasionalmente la angustia era incesante. "¿Pero qué me pasa? ¿Por qué? ¡Apolo, ayúdame!" Gritaba en sus sueños. Su sirviente, en cuanto le vio, enseguida se allegó a atenderle.
-¡Buenos días Señor Gobernador! ¡Qué linda mañana hace hoy! - Espero que la pasara mejor anoche. - Sí, contestó Poncio, a pesar de que estaba profundamente triste y desesperado. “Soy romano, tengo que ser fuerte,” pensó a sí mismo. Pero algunas palabras se le escaparon de la mente y llegaron a su lengua: "Hasta esta mañana," respondió él.
Poncio, quien fuera el celebre gobernador de Judea en la Palestina, veraneaba en su villa en la isla de Capri. A pesar de hallarse descansado, todavía sufría y padecía de pesadillas. Los médicos le habían recetado un reposo prolongado total.
"¿Cómo es posible?" Se preguntó. Ya habían pasado poco más de cuatro años y medio desde ese día. Además, se encontraba lejos de la Palestina y del horrible y tumultuoso desierto de Judea. Pero, aun así, su alma y su conciencia no estaban en paz. Pensaba estar preso para siempre en el silencio y en la soledad de su mente desierta.
- "Ya no sé qué pensar y sentir," fue la última frase que se le escapó de la mente.
Esta mañana se sentía más viejo que nunca. Su famoso vigor y porte de líder romano se le escapaban. Una carrera ilustre militar había sido su sueño desde la juventud. Aparentemente el haber logrado su ambición con éxito lo trajo ahora al borde de una batalla mortal. Mientras luchaba con su mundo psicológico, Dionisio interrumpió el silencio:
-El desayuno está listo cuando usted guste, mi Señor. - Dionisio, no tengo hambre esta mañana, perdón; pero, se me antoja un agua de limón. - Lo que usted mande, contestó su siervo. Dionisio se había dado cuenta que su señor no estaba bien. Llegándose cerca del gobernador, hizo por limpiar la mesa y dijo, "En verdad hacía tiempo que usted merecía ese tributo, a mi juicio Roma no siempre reconoce la verdad."
Irónicamente, Dionisio, sin querer, por motivo de alentar a su señor, le clavó una punzada aguda a Pilato. De repente, las palabras se le escaparon otra vez y repentinamente Poncio contestó:
-¿Quitas veritas? (¿Qué es verdad?). . . "¡Dionisio, recuerde su lugar! Roma . . ."
Mientras decía ‘Roma’ Dionisio contestó rápido:
-¡Perdón, mi señor! Tiene razón, perdóneme, perdí la mente.
En aquel momento Pilato recordó la escena, como si fuera ayer. En ese momento recordó aquella pregunta - en aquel entonces la respuesta de un gobernador romano en todo su derecho; pero, una respuesta cargada de un sarcasmo cínico. Sobre todo, recordó el rostro herido del Galileo. Fue tan vívido el recuerdo que Poncio se enderezó y dijo:
- ¿Así que tú eres rey?
Poncio quedó callado y atento, como escuchando a alguien hablar . . .
- “Tú dices que soy rey. Para esto yo he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.”
Poncio se paró y dándose la vuelta dijo:
- ¿Qué es la verdad?
Luego, Poncio entró a la casa . . . y pronunció:
- Yo no encuentro ningún delito en él.
Dionisio, algo confuso y asustado, había quedado en silencio total ante la escena. En su temor, haciendo por entender al gobernador, entró a la casa y se atrevió a preguntar:
-Perdone, mi Señor, ¿me hablaba a mí?
El sol de la mañana comenzaba en aquel momento a picar, pero soplaba una leve brisa del mar que entraba a la casa. Instantáneamente Poncio recapacitó.
- ¡Dionisio, tengo sed!
-O, perdón, mi Señor.
En ese momento, Poncio sintió todo el peso de aquel día. Suspiró, y se dijo, “No hallé ningún delito en él.” Rápidamente se encontró como en un trance. Recordó las palabras de los líderes judíos.
- "Nosotros tenemos una ley, y según esa ley él debe morir, porque pretendió ser el Hijo de Dios." Entonces Pilato, al revivir el momento, cuando oyó estas palabras, se atemorizó aún más.
Así fue aquel día también- se había atemorizado bastante; y así era de nuevo ahora. Nuevamente Dionisio interrumpió su lucha:
-Su agua señor. - Dionisio, ¿tú crees en los cristianos? ¿Eres uno, no?
Dionisio, sorprendido dijo, “Perdón, mi Señor, pero ¿por qué me hace esa pregunta?”
-Dionisio . . .
“¿Mi, Señor?” contesto Donisio, con gesto de humildad.
Poncio le pregunto, "¿Jesús pretendió ser . . . o fue el Hijo de Dios?"
Dionisio, sorprendido y serio, le acercó el agua a Pilato. Éste le miró atentamente.
-Señor mío, yo le he servido fielmente estos años, y deseo que usted
sepa que . . .
Poncio interrumpió y firmemente ordenó a su siervo:
-¡Dionisio! Sin rodeos, ¡la verdad!
Dionisio, nuevamente, serio, asombrado, y con temor a su vida, pero con una tierna y placentera mirada, replicó deliberadamente y con todo respeto:
-Tú lo has dicho.
Entonces Pilato, como si se repitiera la historia, cuando oyó estas palabras, se atemorizó más que nunca. Sin decir cosa alguna, con un gesto de palabras indecibles, miró a su siervo. Ambos sonrieron. Dionisio, alegre, pensó, “¡al fin!”
Poncio salió a la terraza y bajó por las escaleras, rumbo a la playa. Le extrañó a Dionisio que Poncio no hubiera dicho nada, anteriormente, de ir a la playa, o que hubiera ordenado preparativo alguno. “¿Ira sólo a caminar?", se preguntó.

Tristemente, no volvieron a ver al gran gobernador, ni hallaron su cuerpo - sólo vieron la huella de sus pasos en la arena al recoger sus sandalias y su túnica de dormir. Antes de salir, Dionisio oró y lloró. Pues, ¿cuántas veces no le había intimado la verdad?

(English translation may be available at a later date)

2 comments:

RR said...

Jesus, te felicito por tu nuevo foro cristiano. Es interesante el tema de Poncio Pilatos .
Espero que continues compartiendo con nosotros estos temas para que a su vez nosotros podamos llevarselos a otras personas que estan en busqueda del Señor.

Rommy

JScoby said...

Hola. Muchas gracias por el comentario. Me alegra que supiste de mi nuevo foro. Me alienta bastante a seguir adelante. Estaré publicando en Español e Inglés.
El cuento de Pilatos que escribí, es pues, sólo un pensar. No sé si se sabe como murió Pilatos- sólo se sabe que se suicido. ¿Por qué? En mi opinion, cuando se dio cuento de lo que perdio.